lunes, 29 de abril de 2013

ENCUENTRO CON LOS NIÑOS: CAP SKIRRING-DIEMBERING 31/03/2013

Desayunamos tranquilamente y bajamos a la playa ya que habíamos quedado con las mozuelas por lo de la trenza y el pareo. En el camino nos encontramos con Nicky y Jana que venían de pasear por la playa. La noche anterior ellas habían salido con Gemma, Alex y Carlos y habían hablado de ir a comer a Kabrousse y después pasar la tarde en Diembering. Nosotras aceptamos encantadas y quedamos que nos veríamos en el campamento dentro de un rato. Después de llegar hasta el final de la playa vimos a nuestras amigas senegalesas que también andaban en nuestra busca y nos sentamos debajo de un árbol a tomar té y a que ellas hicieran su trabajo. Mientras una me trenzaba el cabello la otra iba montando su chiringuito con sus pareos y toda su bisutería artesanal. Se acercó un chico muy atractivo, Paco se llamaba, que resultó ser el hermano de la que me hizo la trenza y en que momento dije que este chico era guapo que la hermana ya me quería casar con él y el propio Paco me quería llevar detrás de donde estábamos para "hablar".
Al final nos vimos tan presionadas que decidimos dejar el té a medias, pagarles por la trenza y los pareos e irnos al campamento de nuevo. Allí estaban nuestros nuevos compañeros de viaje esperándonos, así que nos pusimos en marcha y fuimos rodeando Cap Skirring por la playa hasta que llegamos al final. Para hacer un poco de tiempo nos tumbamos un ratito en la arena y nos dimos un chapuzón en el mar. Hablamos un poco: de que nos conocíamos, que viajes habíamos hecho, a que nos dedicábamos en España... y así se nos hizo la hora de comer. Llegamos hasta Kabrousse y después de que en dos restaurantes nos dijeran que ya no servían comidas fuimos a parar a otro restaurante con muchísimo encanto que se llamaba "El Jardín de Kabrousse". Comimos todos lo mismo, el plato nacional: Thiebou yapp. Es un plato de arroz con verduras acompañado con pollo o ternera. La verdad es que era la primera vez que lo probaba y estaba exquisito.
De Kabrousse tomamos dos taxis (ya que al ser siete personas teníamos que dividirnos) para que nos acercaran a la Gare Routier de Cap Skirring y coger allí un set-place que nos llevara a Diembering. En la Gare Routier mientras esperábamos a que llegaran el resto de compis, vimos como un grupo de musulmanes rezaban (los hombres delante y las mujeres detrás) en medio de la multitud en plena calle. Al compás saltaban unos pollitos cerca nuestro y se me ocurrió cantar la canción de "El Pollo": eeeeeel polloooo....el pollo con una pataaa, el pollo con las dos pataaaaas, el pollo con las alitaaaas, el pollo con la colitaaaa...acompañándolo del baile. Automáticamente dos transeúntes empezaron a imitarme y a cantar y acabamos todos bailando "El Pollo".
Como éramos siete no hacia falta esperar a que el set-place estuviera lleno, éramos los ocupantes justos y tan solo perdíamos tiempo para pactar el precio por el trayecto. Suerte teníamos que Alex había viajado en varias ocasiones a Senegal, hablaba fluidamente francés y sabía a la perfección los precios que debíamos pagar, así que la pérdida de tiempo y las estafas se redujeron notablemente.
Diembering es un pueblecito de costa situado en las dunas de la playa. Está a unos quince o veinte minutos en coche de Cap Skirring, el trayecto es corto a pesar de que la carretera no es de las mejores. Por las aptitudes mencionadas, asignamos a que Alex fuera siempre de copiloto, él se entendía sin problema alguno con el chofer, incluso llegaron a bromear alguna vez y le convenció para que este nos esperara en el pueblo mientras nosotros lo visitábamos. Llegamos a Diembering y el chofer nos dejó en lo que se veía claramente que era la plaza del pueblo. Un formager gigante destacaba sobre todas las cosas que nuestros ojos podían observar alrededor. Cualquier foto que se le hiciera a ese enorme árbol por mal que estuviera hecha era una auténtica maravilla.
 
EL GRAN FORMAGER
 
A la sombra del formager había un grupo de niños que detuvieron al instante sus juegos para acercarse al grupo de toubabs que acababa de llegar. Fuimos en todo momento su atracción y nos acompañaron durante las horas que estuvimos en el pueblo. Como yo tenía escuchado a un cantante de esa localidad llamado Metzo Djatah que le dedicó hace unos años una canción a su pueblo, les puse a través del móvil la canción de "Diembering" a los pequeños y no me asombró en absoluto que todos se la supieran de cabo a rabo.
Decidimos pasear por el pueblo y a cada uno de nosotros se nos agarró un niño de la mano. Algunos de nosotros llevábamos hasta dos en cada mano, lo que fuese con tal de que esas preciosidades no se pelearan por estar cerca del toubab. Mi pequeño se llamaba Nasser y tenía diez años.
 
 
NASSER
 
No hacía falta hablar, tan solo con mirarles y sonreírles podías leer a través de sus ojos que estaban contentos por nuestra visita y seguro que ellos a través de los míos también leían la felicidad que me causaba lo que me estaban haciendo vivir.
Atravesamos un intento de campo de futbol que no era más que una explanada sin porterías y llegamos a la playa...aquello era indescriptible. Jamás en mi vida he visto un rincón tan bonito como aquel, la playa de Diembering. El sol se reflejaba en el mar como un gran faro que quiere alumbrar a todas horas aquel precioso paisaje.

 
No quise mojarme los pies como el resto de los viajeros, estaba tan ensimismada con la estampa que no quería perderme ni un minuto del movimiento del sol...y miré tanto que se me cruzó en mis narices un mozuelo y adiós sol, adiós playa y adiós todo. Enseguida comenzamos a charlar, lo vi demasiado jovencito pero aun así me alegraba la vista. Era tan hermoso como el sol de Diembering y su rostro parecía tallado en la mejor madera de Senegal. Se llamaba Pierre y tenía dieciocho años. Al menos es mayor de edad pensé...pero recuerdo que Nicky me dijo, déjalo aquí que madure y la próxima vez que vengas lo tendrás a punto de caramelo.
Algún amigo suyo que entendía más español del que pensábamos, captó que Pierre me gustó y se lo dijo. Enseguida Pierre me preguntó cuanto tiempo me iba a quedar en Diembering y lamentablemente en unas horas me marchaba. Me dijo que aprendería castellano para la próxima vez que fuera a verle y yo le dije que levantaríamos juntos nuestra casa a orillas de la playa y que tendríamos muchos perros. A pesar de todo nos hicimos fotos, intercambiamos los mails y las direcciones postales.
Pierre y los peques nos acompañaron de nuevo a la plaza del formager donde nos esperaba el set-place. A mitad de camino desenfundamos las cámaras para hacernos un par de fotos con los niños y con este gesto llego la revolución. Todos querían que les hiciéramos fotos; con nosotros, con el balón, luchando, saltando, posando como modelos...el caso era hacer fotos y más fotos.

 

 

Cuando decidimos poner fin a la sesión fotográfica, Pierre y yo nos despedimos y ambos prometimos escribirnos por cualquiera de las dos vías que teníamos y yo le di mi palabra que le mandaría las fotos que hice para que las repartiera con los chavales. Y como dijo Nicky, dejé al muchacho madurando en Diembering. Au revoir Pierre, mon amour...


PIERRE
 
De vuelta a Cap Skirring estábamos tan contentos del fabuloso día que habíamos pasado que cualquier cosa nos hacía reír. Cada x metros en el asfalto habían unos surcos en el suelo hechos a conciencia para evitar la velocidad del tránsito y al chofer le dio por pisar el acelerador cuando llegábamos a la altura de cada agujero lo que a nosotros nos provocaba unas carcajadas de infarto seguidas de un "¡¡¡Uuuueeeeeeeeeeeee!!!". Acabamos todos desparramados de risa incluido nuestro conductor y así se repitió una y otra vez la fiesta dentro del set-place hasta que llegamos al campamento.
Nos duchamos y nos quedamos a cenar en el restaurante del campamento. Nos sirvieron "poisson Capitein", un pescado muy sabroso aunque con mucha espina.
Después de cenar quedamos que al día siguiente desayunaríamos juntos alrededor de las 9 porque a las 10 pasaba a recogernos el mismo chiflado que nos había llevado a Diembering, para llevarnos a Elinkine y allí coger la piragua que nos llevaría hasta la Isla de Karabane.
¡Seguro que mañana sería un día muy especial!

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