viernes, 10 de mayo de 2013

UNA CULTURA DIFERENTE: KEDOUGOU-ÉTHIWAR (PAÍS BASSARI) 05/04/2013

Amanecimos con la llamada a la oración y los cantos de los gallos. Rápidamente recogimos los colchones del suelo y con el pijama fuimos a desayunar. El desayuno en cualquier lugar de Senegal siempre era lo mismo; pan con mantequilla, mermelada que normalmente era casera y tenía un sabor bastante fuerte, chocopain, y café, leche (siempre en polvo) o infusión. Hicimos las mochilas a la velocidad del rayo pues Doba ya había venido a por nosotras y hoy comenzábamos la ruta. Nos llevó bien temprano al mercado de la ciudad pero antes vimos los alrededores con sus paraditas. En algunos puestos las mujeres vendían llamativas telas traídas desde Guinea, eran telas para confeccionar trajes y habían infinidad de variedades en cuanto a calidad y tejido, pero todas estampadas y de colores vivos. En otra parte se juntaban los que vendían nueces de cola.
 
NUECES DE COLA
 
La nuez de cola tiene un alto contenido en cafeína, es un fruto duro de color rosa por fuera y blanco roto por dentro. Se puede masticar y tragar o simplemente masticar y tirarlo. Como siempre, yo estaba predispuesta a indagar y probar todo lo desconocido y esta vez no iba a ser menos. El vendedor de la parada me regaló una para que la degustara sabiendo que más tarde volveríamos para comprar un kilo pues las íbamos a regalar en los próximos días a los habitantes de los poblados ya que es costumbre que el visitante entregue algo a cambio. No se como les puede gustar tanto...tenía un sabor rancio y bastante fuerte, además, por más que masticaba se me hacía bola y no podía tragarlo. Opté por comportarme como una senegalesa más y escupir la nuez al suelo mientras Doba se reía. Siempre produce risa las reacciones de la gente ante algo desconocido ya sea de comida o cualquier otra cosa. Dispersados por todo el mercado habían unos vendedores con unos carritos y sombrillas de colores que vendían ropa y la tenían toda revuelta. Lo curioso de estos vendedores es que en lugar de gritar para captar clientes, tenían un megáfono entre toda la ropa que repetía automáticamente una y otra vez lo que estaban vendiendo. Nos adentramos en el mercado e íbamos viendo las paradas agrupadas por secciones, es decir como en España, las fruterías juntas, las carnicerías juntas... algunas paradas tenían su mesa bien puesta y exponían la mercancía mientras que otras era estilo "top manta", una sabanita en el suelo y los productos tal cual encima. Como cualquier otro mercado era un ir y venir de gente con un escenario lleno de color, pero este además tenía algo diferente, un olor peculiar. Quizás sería del pescado...allí la gran parte es pescado seco a no ser que sea del río que entonces si que es fresco, pero a parte que es difícil encontrar es muy caro. En las paradas de fruterías no podían faltar los tomates que en su mayoría eran pequeños y arrugados, las cebollas y los mangos.
 
FRUTERÍA EN EL MERCADO
 
También habían paradas que vendían productos de limpieza y menesteres del hogar. En una de esas paradas Núria compró una botella de Karité que es 100% natural y muchísimo más barata que en España. Las paradas de las carnes eran horribles. Tenían los pedazos colgados de ganchos a la vista de los clientes y para que engañarnos, también era el alimento de los insectos que andaban por allí. Entre tanta vuelta por el mercado Doba iba saludando a todo aquel amigo, familiar o simplemente conocido que se cruzaba a su paso y es algo a lo que ya nos teníamos que ir acostumbrándonos pues durante los cinco días de viaje fuera por donde fuera era algo muy común, de echo lo llegamos a comparar con una estrella de Hollywood porque era muy famoso. Todas las mujeres que iban a comprar al mercado están equipadas con una cestita de plástico de colores y allí guardan sus compras. Cuando nos cansamos de dar vueltas Doba nos llevó a una tiendecita de recambios de piezas para motos que estaba dentro del mismo mercado. La tienda era de un amigo suyo y a este amigo le hacían compañía otros hombres. Estaban todos tomando la fresca en la sombra a la espera de clientes y mientras tanto tomaban té. Varios de estos señores se levantaron de sus sillas y nos dejaron sentar a nosotras. Nos prepararon un poco de té y con mucho gusto lo bebimos. Uno de estos amiguetes tenía unos altavoces nuevos para ordenador que nos intentó vender y el fracaso obtenido le llevó a intentar vendérselos a cualquier transeúnte que pasaba por allí. Era hora de marcharnos y Doba nos dijo que iríamos a ver el rio que estaba cerca para observar como lavan las mujeres la ropa. Por el camino vimos la gran mezquita de Kedougou y un gran baobab que había al lado. El baobab es el elemento natural que identifica el país y lo consideran sagrado. En muchos baobabs se llevan a cabo reuniones de jefes para mejorar los aspectos sociales de la ciudad o poblado. También si ha habido algún problema entre familias se reúnen allí para solucionar los problemas. ¡Aiiiii si los baobabs hablaran...! Un sol radiante nos acompañaba durante el camino. Para llegar al rio tuvimos que atravesar una zona un poco desagradable. A ambos lados del se extendía lo que se le puede llamar el vertedero de la ciudad y por allí en medio vacas y ovejas pastaban gustosamente. No nos paramos a mirar mucho pero allí había de todo, desde cartones hasta pilas.
 
VERTEDERO
 
El problema de esto principalmente es que los habitantes no tienen ningún contenedor o cubo de basura en la calle donde tirar los deshechos, además hay que sumarle que toda su vida ha sido así y si se hiciera un proyecto de limpieza habría que concienciarlos, que no es tarea fácil. Realmente es un foco de insalubridad importante y más aun en época de lluvias cuando se forman los charcos y con la contaminación es un verdadero criadero de insectos varios. Mucha gente, sobre todo niños, andan descalzos rebuscando entre la basura, los animales que luego se comen se alimentan de la porquería que encuentran. Y por último, cuando el vertedero está a rebosar y quieren eliminar todo aquello entonces le prender fuego con el riesgo de que se descontrole y pueda salir ardiendo la mitad de África. Si yo fuera jefa allí, reuniría a todos mis secuaces en un baobab y plantearía este tema como algo muy serio y prioritario, al fin y al cabo es salud para todos. Desde lejos ya se oía un barullo de gente y golpes, eran las mujeres que estaban haciendo la colada en el río y golpeaban la ropa contra las piedras dicen que para lavarlo bien, cosa que yo no acabo de entender pues mi concepto de lavar es restregar o frotar y el de golpear contra una piedra es destrozar la ropa a corto plazo, peeeerooooo... yo solo he ido a mirar. En el rio había un ferry manual que iba de un lado a otro tirado por cuerdas. Nos subimos al ferry para probarlo y transmití de nuevo mi curiosidad, quería tirar de la cuerda para que la plataforma del ferry se moviera, y así entre unos cuantos fuimos y volvimos.
 
ENFRENTE EL FERRY Y A LA DERECHA LAS MUJERES CON LA COLADA
 
Se nos hizo la hora de comer, nos remojamos un poco en el rio y nos fuimos al campamento. Después de comer Núria y yo tuvimos una pelea bastante gorda, estaba un poco aburrida de sus contestaciones y yo jamás le replicaba con un "relájate eh?", simplemente callaba para no entrar en conflictos y en ese caso fui yo la que le contesté mal y ella me soltó un "tranquilízate, que siempre estás de mal humor y contestando mal, de haberlo sabido no hago el viaje", "pues ahí tienes la puerta" le dije yo...se levantó y se fue a la mesa de atrás. Yo me quedé un rato con Doba y me dijo que pasaría más tarde para recogernos y que ya marcharíamos hacia el País Bassari, así que ese ratito lo aproveché para hacer la siesta y quitarme el mal rollo que me había ocasionado aquella discusión con mi mejor amiga. Cuando me desperté ya era la hora de irnos, estaba Doba con un coche fuera así que cargamos las mochilas, obviamente Núria y yo sin dirigirnos la palabra. Antes quise ir al supermercado a comprar agua y el policía que estaba en ese momento en la comisaria se encontraba fuera en una silla echando la tarde viendo pasar la gente. Al pasar por delante me saludó y como a mi me encantaba relacionarme con los locales me quedé unos minutos hablando con él. La verdad que el chico era majete en todos los sentidos. Era alto y el uniforme le hacía la figura esbelta, desde luego iba bien apretado, yo creo que le iba así de ajustado para provocar al público femenino. La boina le daba un toque militar y escondía sus ojos tras unas gafas de sol efecto espejo. Me dijo que quería volver a verme y yo le dije que en cinco días volvía a Kedougou que pasaría a saludarle. Compré agua y volví corriendo al coche. El trayecto hasta Indar (Bandafassi) no fue muy largo. Núria y yo intercambiamos apenas cuatro palabras, la tensión se podía cortar con un cuchillo incluso. Llegamos al campamento donde íbamos a dormir los próximos dos días. Se llamaba Chez Leontine y lo llevaba una mujer muy agradable, Leontine. Tenía el campamento levantado en un terreno totalmente desnivelado pero era divertido ver las siete chabolas dispersadas una por aquí y otra por allá. En la entrada había un forager de donde sacaban agua los habitantes que vivían cerca y para los clientes del campamento, pues ese fue el primer día de tantos que nos ducharíamos tirándonos un cubo de agua por encima. Nos prepararon nuestra cabaña que era la número seis, dejamos todas las cosas y Núria dio el paso a la reconciliación. Doba nos informó que esa misma tarde en el poblado de Éthiwar estaban celebrando la fiesta de iniciación de los chavales y que si nos dábamos un poco de prisa llegaríamos a tiempo para verla, así que muy ilusionadas nos pusimos en marcha. Caminamos un rato viendo las canteras naturales de mármol que decoran el precioso paisaje del País Bassari. Comenzamos a ascender por las piedras, pues muchos poblados tanto Bédicks, como Bassaris y Peuls se encuentran aislados en la montaña. Antiguamente la población musulmana iba en busca de estas etnias minoritarias que eran y son animistas para convertirlos al islam y ellos que jamás han querido perder su cultura se fueron refugiando poco a poco en las más remotas montañas para no ser localizados. Hoy en dia algunos comparten el animismo con el cristianismo y son respetados con total libertad. Durante el camino hasta llegar arriba vimos como subían jóvenes con garrafas de 20 litros llenas de vino de palma, eso era fiesta asegurada...nos preguntábamos una y otra vez como eran capaces de poder llevar todo ese peso en la cabeza durante la media hora de subida, algo totalmente imposible para nosotras, que desde luego demostramos nuestra más absoluta admiración. Suerte que el sol no picaba pero de igual modo hacía mucha calor y cuando llegamos arriba tuvimos que sentarnos cinco minutos a descansar. La diferencia entre el guía y nosotras era abismal, Doba parecía tan tranquilo como si hubiera dado tres pasos y nosotras estábamos sudando a chorros y rojas como un tomate. Desde aquel momento el cuerpo pedía agua en abundancia y comenzamos a beber unos cuatro litros cada una por día, que curiosamente para la cantidad que bebíamos no hacíamos mucho pis pues todo el líquido lo expulsábamos por la piel, sudando. Cuando nos recuperamos nos metimos poco a poco entre los habitantes para ver que se cocía por ahí. Doba enseguida se paró con el jefe del poblado y nos lo presentó. Núria, que llevaba las nueces de cola le dio unas cuantas en muestra de agradecimiento por dejarnos estar allí con ellos. Nosotras, las únicas blancas, estábamos como auténticas turistas con las mochilas, las botas de montaña y la cámara de fotos colgada al cuello mientras que las mujeres allí estaban todas guapísimas con sus trajes de gala africanos, muy maquilladas y todas con grandes pendientes. Comenzamos a oír un grupo que cantaban y bailaban pero no era muy escandaloso hasta que más al fondo se oía a otro grupo que si que armaban mucho más jaleo y decidimos ir allí a mirar. Alguien nos dijo que no podíamos hacer fotos ni grabar pero otro guía amigo de Doba que andaba por allí nos dijo que no le hiciéramos caso a ese tipo, que podíamos hacer fotos y además podía meterme en la redonda de baile que habían hecho para bailar con ellos. Bueno...para que me dijo nada, que ya estaba sacando el móvil y diciéndole a Núria que me gravara mientras hacia el intento de baile con los locales. Marc, que así es como se llamaba este guía, les dijo algo en Bédick y vino una mujer en mi busca que me metió de inmediato en el corrillo y comenzamos las dos agarradas por la cintura a dar salto u brincos de un lado a otro mientras los de alrededor cantaban y miraban atónitos a la toubab descarada que se había atrevido a meterse allí en medio. La mujer con la que bailaba era bajita y gordita, estaba sudando como nunca y borracha como una cuba, pero era divertido ver como era ella la que me guiaba en el baile a pesar de que mis brazos iban por un lado y mis piernas por otro. Gritaba la canción como si no hubiera un mañana y yo al lado estaba apunto de perder la oreja. La mujer me soltó y vino un chico hacia mi que debió pensar: a ver si le puedo enseñar a la torpe esta el funcionamiento del baile. Me agarró por la cintura y señalándome el suelo me explicó que se trataba de levantar polvo pisando fuertemente en el suelo con el pie derecho. Levanté polvo, pero fue una mezcla de taconeao flamenco con baile bédick creo yo... fue agotador. Aun así me lo pasé en grande, me sentí muy integrada y sobre todo, pude sentir en mis carnes la cultura viva del poblado, ahora en lugar de sudor expulsaba felicidad por cada poro de mi piel. Mientras seguíamos mirando y alucinando con todo aquello, vimos entre las mujeres que andaba por allí una chica que nos llamó la atención. Iba vestida muy moderna. En lugar de llevar un traje africano llevaba unos tejanos ajustados y una camiseta ceñida de tirantes, además lucía el cabello recogido estilo Rihana hacia un lado. Tenía una cara preciosa y a pesar de que la vestimenta era más europea que africana nos resultó la más exótica y llamativa de todas. Una niña se me acercó e interrumpió mi atención con un saludo, me dio la mano y me dijo "ça va?" yo le dije "ça va bien,merci. Voulez-vous jouer?". Un tímido "oui" salió camuflado entre una inocente sonrisa de la pequeña y di por finalizado el momento espectador para dejar salir a la niña que llevo dentro. Le enseñé a ponerse en una postura encogida con los brazos hacia atrás para poder hacerle volteretas en el aire y se quedó alucinada. No paraba de reír y decirme que quería más, le había gustado mucho. Le hice un montón de volteretas hasta que mis riñones quedaron molidos y le dije que iba a descansar un rato y le invité a que se sentara a mi lado. La sorpresa fue enorme al ver que la nena esperó a que me sentara, me quitó la goma de pelo y se lio a hacerme trenzas. Yo estaba apunto de llorar. Entendí perfectamente que su manera de darme las gracias por haber jugado con ella era hacerme trencitas. Le pregunté como se llamaba, me dijo Susan y Susan me robó el corazón. Creo que fue uno de los momentos más bonitos que he vivido durante el viaje, cada vez que lo recuerdo me cae una lagrimita sin poder evitarlo.
 
SUSAN HACIÉNDOME TRENCITAS
 
Doba nos vino a buscar, empezaba a oscurecer y teníamos que bajar ya antes de que acabara de irse la luz por completo. Sentí como si me arrancaran de estar a su lado, mi niña, mi Susan. Me despedí de ella comiéndomela a besos y sabiendo que no la volvería a ver. A mitad de camino tuve que encender la linterna pues apenas quedaba muy poca luz y cuando llegamos abajo estaba todo completamente oscuro. Tan solo se podía ver a lo lejos algo de luz del comedor del campamento de Leontine. Nos duchamos en dos turnos con los cubos y reutilizando el agua lavamos algo de ropa. Doba nos aconsejó sacar la cama fuera de la cabaña porque el calor no nos iba a dejar dormir y nos echó una mano con el colchón. Dejamos la cama lista para cuando tuviéramos sueño, rezando no encontrarnos después ningún inquilino extraño entre las sábanas. Leontine nos había preparado la cena, unos deliciosos espagueti con una salsa de tomate senegalesa y algo de carne. Mientras cenábamos, observamos como revoloteaban los insectos alrededor de los únicos fluorescentes que habían diez metros a la redonda y allí se encontraba el invertebrado más grande que jamás he visto. Un saltamontes como la mitad de mi mano saltaba descontroladamente de un lado a otro. Si no fuera porque le veíamos saltar creo que lo hubiera confundido con un ñu, era gigante. En uno de sus saltos vino disparado hacia donde estábamos nosotros provocando un histerismo colectivo. Los platos, los vasos y todo lo que había encima de la mesa se movió cuando yo me levanté corriendo para huir, era muy joven para morir pensé...la verdad que era asqueroso, pero es lo que tiene estar en un ambiente rural, que los bichos son como un compañero de viaje más. Pudimos acabar de cenar tranquilamente, parece ser que el saltamontes se dio cuenta que entre él y nosotras no había feeling y desapareció. Después de cenar charlamos un rato con Doba y luego nos fuimos todos a dormir al compas de la canción que creamos entre los tres. ¡¡¡Yo quiero Gurdu-Gurdu, yo quiero Gurdu-Gurdu, yo quiero, Gurduuuuuu!!!

2 comentarios:

  1. Hola chicas:

    Genial vuestro blog sobre el viaje. Proximamente mi pareja y yo vamos a realizar similar viaje en 3 semanas por libre. Pero por lo que veo visitar Pays Bassari sin guia es poco posible. Teneis por ahí el contacto del guia con el que lo realizasteis?

    Muchas gracias de antemano

    Inax y Nerea

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    1. Nos alegra mucho que os haya gustado el blog. Lo hicimos entre otras cosas para que otros mochiloc@s pudieran tener información ya que Senegal es un país desconocido en cuanto al turismo se refiere.
      Escríbeme por mail a patriguiu@hotmail.com y te paso toda la info que necesites ;)

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